martes, 8 de junio de 2010

LA UNIVERSIDAD DE ALICANTE PROPUGNA ACTUAR SOBRE LAS FAMILIAS DE NIÑOS EN RIESGO SOCIAL DESDE EL EMBARAZO

Educar precozmente a las familias que pueden criar niños en riesgo social, incluso durante el mismo embarazo. Esta es la medida preventiva que propugna el profesor de la Universidad de Alicante, Agustín Bueno que, además de evitar dramas futuros, se traduciría en un ahorro económico al comparar los costes de la asistencia social con los de la residencia en instituciones de protección.



La Universidad de Alicante va a editar próximamente un libro coordinado por este profesor de psicología social sobre infancia y juventud en riesgo social, con cerca de 20 capítulos escritos por una treintena de expertos, que abordan este problema desde distintos puntos de vista académicos y profesionales. Como principales riesgos sociales se señalan el abandono, el maltrato y la delincuencia.

"Para proporcionar a niños en esta situación afecto y seguridad es fundamental actuar sobre su familia —señala—. Y es importante hacerlo cuanto antes, incluso desde el embarazo. Hace años en la residencia Nazaret iniciamos actuaciones aisladas de educación familiar precoz que luego las localidades limítrofes (Muchamiel, San Vicente…) fueron incorporando. Nos dimos cuenta que la educación de la familia en la etapa perinatal es fundamental. Por ejemplo, si en un hospital detectan a una mujer embarazada que puede ser madre de un niño en riesgo social (por ejemplo, excesiva juventud, compañero drogadicto, padre en la cárcel, sin apoyo familiar…) es conveniente ofrecerle apoyo educativo. Hay que preguntarle si quiere que le ayudemos a cuidar ese niño, enseñándole a bañarlo y a alimentarlo, acompañarla al pediatra, hasta que a los tres años entre ya en la red normal de los servicios sociales".
Indica también que puede ser necesario trabajar no sólo con los padres, sino con los abuelos y con otros miembros del entorno familiar. Y recuerda al respecto el caso de un recién nacido con una dolencia que necesitaría durante unos meses un control que en su ambiente familiar no iba a encontrar; sin embargo, el abuelo se opuso a su ingreso en un centro. La solución se logró cuando aceptó las visitas domiciliarias de una trabajadora social. "Actuar en las familias es casi una terapia: empiezas por enseñarles y acabas por cambiarles", afirma.
Según calcula Agustín Bueno, el sueldo anual de una trabajadora social equivale más o menos al coste de mantener durante un año a un niño en un centro de protección. "Como cada trabajadora social puede llevar seis o siete tutelas de este tipo sólo con lograr que la mitad de esos niños no tengan que ingresar en el futuro en una residencia se habría logrado un gran ahorro", dice. E indica asimismo que propuestas de este tipo de actuaciones han sido bien acogidas en encuentros académicos internacionales, "pero este tipo de inversiones no suelen ser prioritarias para los responsables".
Con relación a las posibilidades de reforma del niño y el muchacho este profesor maneja el concepto de "resiliencia", que define como la capacidad para recuperar la forma original después de un periodo de deformación y que en psicología supondría la vuelta a la normalidad después de una situación de fuerte presión. También señala que uno de los problemas para la evaluación psicológica de los niños en riesgo social es que salen fuera de los parámetros de la población media y los test ordinarios no se ajustan a ellos.

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